Este mes de febrero ha muerto en Barcelona el profesor Màrius Foz i Sala (1929-2021), pocos días antes de llegar a los 91 años de edad, tras un deterioro repentino de su salud.
Había sido el jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital de Can Ruti (1983-1999 y catedrático de Medicina de la Universidad de La Laguna (1979) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (1980) y fue galardonado con la medalla Narcís Monturiol de la Generalitat de Cataluña al mérito científico y tecnológico (1989) y con el Premio Josep Trueta a la investigación científica (1998).
Si bien sus intereses científicos más conocidos fueron la obesidad y la nutrición, la patología de la glándula tiroides y las endocrinopatías autoinmunes donde sus méritos han sido indudables y deberán ser valorados en perspectiva por los historiadores de estos campos, es seguramente en su vertiente más institucional y de servicio a la comunidad donde ganó un respeto y un reconocimiento mucho más amplio.
Por un lado, el profesor Foz estaba comprometido a hacer que la medicina catalana alcanzase un buen nivel de edición y divulgación científica. Estuvo ligado durante muchos años en la editorial DOYMA y en muchas de sus publicaciones. Quizás vale la pena mencionar su papel dinamizador en la revista JANO, que tuvo un peso importante en las transformaciones ideológicas de la medicina durante los años setenta y ochenta del siglo pasado. Él explicaba a menudo que esta vocación le venía de lejos. Cuando era estudiante y médico joven asistía a los actos de la Academia y era el encargado de hacer los resúmenes escritos, cuando YouTube y el Power Point no se podían ni imaginar, y posteriormente se publicaban los Annals de Medicina (entonces todavía Anales); una revista centenaria que tampoco se puede entender sin la participación del doctor Foz.
Después de haber sido presidente de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i Balears (1982-1990, antes lo había sido de su Sociedad de Endocrinología y Nutrición) y haber sido elegido miembro de la Sección de Ciencias Biológicas del Instituto de Estudios Catalanes (1985), donde fue vicepresidente (1989-1992) y presidente de la Sección (2000-2008), y miembro de la Real Academia de Medicina (1993), continuó implicado a fondo en iniciativas tanto en soporte de la utilización científica de la lengua catalana como en la reflexión sobre cómo debía evolucionar la medicina y la atención a la salud. Fue presidente del 16º congreso de médicos y biólogos de lengua catalana, celebrado en Barcelona, en el año 2000 y fue co-director de la segunda edición del Diccionario Enciclopédico de Medicina que se publicó ese mismo año. Aún con noventa años promovió la puesta al día de la terminología genética en catalán, tarea actualmente en curso bajo la dirección del profesor Ramon Bartrons que, lamentablemente, no podrá ver terminada.